CIPER cruzó las estadísticas poblacionales del INE y el registro del
Servel para dimensionar la falta de representatividad del sistema
político y electoral. El análisis arrojó que 5,5 millones de personas
prefirieron no votar por un candidato en las últimas elecciones de
diputados, lo que representa el 45,68% de los chilenos mayores de 18
años. En los distritos más populosos el porcentaje de compatriotas que
opta por no elegir parlamentarios se empina hasta un dramático 70%. Hay
diputados que sólo representan al 7% u 8% del total de mayores de edad
que residen en sus distritos.
Elizabeth Oliva (40 años) es auxiliar paramédico de odontología, vive
en Pudahuel, es casada y tiene un hijo. Nunca se inscribió en los
registros electorales y jamás ha puesto una raya junto al nombre de un
candidato en una papeleta. Ella es parte de los 5,5 millones de chilenos
que en la última elección parlamentaria, de acuerdo con la
investigación desarrollada por CIPER, optaron por no elegir un
representante al Congreso. Pero no se engañe, Elizabeth Oliva tiene
opinión política. Una opinión crítica y preñada de descontento,
especialmente con el manejo económico de las cúpulas gobernantes:
-Los políticos se preocupan más de los indigentes y no de la clase
media. Nos tienen descuidados. Y esto viene de años, ya que ningún
gobierno ha establecido reformas para corregir las desigualdades -dice
Elizabeth, quien cuenta que le quedan nueve años para saldar su préstamo
hipotecario, por el que paga $ 58 mil mensuales, que debe $700 mil a
una caja de compensación y otros $600 mil en multitiendas.
Admite que la única vez que sintió deseos de votar fue en la última
presidencial: “Quise participar en el cambio del gobierno de la
Concertación al de la derecha. Pero el cambio prometido no ha sido tan
así, porque lo que se prometió no se cumplió”.
Elizabeth Oliva no es anarquista ni bolchevique. Ni ecologista ni
hippie. Tampoco ha salido a marchar con los estudiantes. Es una mujer de
clase media, con estudios, empleada y endeudada, como la mayoría de los
chilenos que han decidido permanecer al margen del sistema político y
electoral. Un grupo que de continuar la tendencia actual, será
mayoritario al cabo de unos diez años. Hoy, según la investigación de
CIPER, suman el 45,68% de los chilenos mayores de 18 años. En 1988 eran
sólo el 17,9%, pero subieron a 29,1% en 1999 y a 38,5% en 2005. De
continuar la tendencia y si no hay reformas que impulsen la
participación electoral, al 2021 superarán con comodidad el 50%.
Errázuriz, Platovsky y los estudiantes
-Los partidos no tienen conexión con el ciudadano y está agotado el
sistema (político) que tenemos. Es muy bueno que se analice el cambio
del sistema binominal y la renovación de los políticos, porque en 20
años hemos creado una casta. De senador pasan a ministro y luego
volverán a ser senador o presidente de partido (…). La población se ha
dado cuenta de que estos señores que son profesionales de la política no
los representan.
Estas
palabras, que retratan con acierto a quienes comparten la posición de
Elizabeth Oliva, resonaron en un salón universitario sólo un día después
de la marcha del 9 de agosto que congregó a más de 100 mil
manifestantes. Pero no las pronunció un dirigente estudiantil ante una
asamblea. Fueron dichas en las aulas de la conservadora Universidad
Finis Terrae. Para mayor precisión, en el encuentro mensual del Club
Monetario de esa casa de estudios. Y su autor fue nada menos que el
principal “gurú” de los inversionistas chilenos, el hombre cuyas
decisiones iluminan el mercado y señalan el camino a quienes buscan el
lucro: Jorge Errázuriz Grez, presidente de Celfin Corredores de Bolsa y
miembro del consejo directivo del Centro de Estudios Públicos (CEP).
El “hombre fuerte” del mercado chileno debía hablar sobre los riesgos
de la crisis económica internacional, pero -según la versión de La Segunda-
sacudió a la audiencia indicando que los problemas de Chile no están en
las ruedas bursátiles: “Están en la calle y son mucho más serios (…).
El interlocutor del gobierno no es la oposición, sino dirigentes
estudiantiles. Y la democracia republicana que tenemos, no sabe cómo
reaccionar”.
En esos días el gobierno se esforzaba por radicar el quemante
conflicto estudiantil en el Congreso Nacional y los presidentes de las
dos cámaras legislativas se apuraban a ofrecer el Parlamento para
albergar las negociaciones. La respuesta de los jóvenes fue un “no”
rotundo. Entre las razones que esgrimieron, señalaron que el Congreso ya
no es representativo de la sociedad chilena y que sus integrantes
surgen de un sistema electoral excluyente.
Si ya resultaba curiosa la sintonía de Errázuriz y los líderes
estudiantiles en sus diagnósticos sobre el agotamiento del sistema
político y electoral, se les sumó el empresario Daniel Platovsky, amigo
del Presidente Sebastián Piñera y militante de Renovación Nacional:
-El que se exija más calidad en la educación demuestra que tenemos
una ciudadanía ilustrada, que se da cuenta de que no hay igualdad de
oportunidades (…). Al inicio de la transición se produjo un acuerdo de
actores políticos, que le dio estabilidad al país (…). Hoy la realidad
es diametralmente distinta, por lo que la gente exige un nuevo pacto
social, donde todos se sientan integrados –dijo en La Tercera del 22 de agosto.
¿Cuán divorciado está el sistema político de las demandas de la
ciudadanía? ¿Cuán profunda es la falta de representatividad del Congreso
Nacional? CIPER intentó responder estas preguntas y revisó, distrito
por distrito, los resultados de la última elección de diputados,
comparando el número de chilenos que dieron su voto a un candidato y la
cifra de compatriotas que optó por no elegir representante. Las
conclusiones son decidoras (vea la representatividad real de los parlamentarios de su distrito).
¿Jubilados o estudiantes?
El
45,68% del universo total de chilenos mayores de 18 años prefirió no
elegir un candidato a diputado en las votaciones de 2009. Sólo el 54,32 %
de la población que cumple con el requisito de ser mayor de edad
efectivamente eligió un postulante. Y apenas el 32,54% de todos los
mayores de 18 años está representado en el Congreso por el candidato al
que le dio su voto. Más alarmante aún es que en el hemiciclo hay
diputados que se sientan en sus escaños aunque sólo obtuvieron el
respaldo del 7 u 8 por ciento del total de mayores de edad que residen
en sus distritos.
La falta de representatividad se agrava en los distritos más
populosos, como lo son San Bernardo-Buin, Maipú-Estación Central y La
Pintana-Puente Alto (vea los cuadros de representatividad distrito por distrito y a nivel nacional).
Los especialistas en materia electoral señalan que en Chile cerca del
60% de las personas con derecho a voto están inscritas en el registro
electoral. Un porcentaje aceptable en comparación a otras democracias
consolidadas, tales como Alemania (64,6%) y Reino Unido (61%). Y
francamente superior al de Francia (43%) y Estados Unidos (38,46%).
No obstante, la representatividad del sistema político chileno es
bastante más baja de lo que indican estas cifras. En primer lugar,
porque hay más de 1,6 millón de chilenos que estando inscrito, no vota o
lo hace en blanco o nulo. Y en segundo término, porque a diferencia de
lo que ocurre en sistemas como los de Francia y Estados Unidos, donde el
padrón es bajo pero representa equitativamente los diversos grupos
sociales, en Chile el registro electoral no es una “foto” fiel de la
ciudadanía: es más “viejo” que el país real.
Así se dio la paradoja de que en la elección presidencial de 2005 el
principal tema de campaña de los candidatos Bachelet, Piñera y Lavín fue
la reforma al sistema de pensiones, pero a tres meses de iniciado el
nuevo gobierno se produjo una revuelta estudiantil que puso en agenda un
tema que nunca estuvo en los cálculos de las cúpulas -la reforma
educacional- y que cinco años después sigue siendo el mayor foco de
conflicto social.
Los que no eligen: 5,5 millones
Las multitudinarias marchas de las últimas semanas han dejado en
evidencia que existe un amplio grupo de chilenos interesados en las
políticas públicas, pero que no están inscritos en los registros
electorales, no votan ni se sienten representados en el Parlamento. De
hecho, el Presidente Piñera sorprendió al mundo político este martes 6
al anunciar que su gobierno está estudiando una reforma al sistema
electoral: “Llegó el momento de reaccionar y no simplemente quedarnos
indiferentes ante estos signos y gritos que la ciudadanía está dando,
con mucha fuerza y claridad”.
Un día antes se había conocido la encuesta Adimark,
uno de los oráculos más esperados por los políticos, que indicó que el
66% de los consultados desaprueba al bloque oficialista, el 71% a la
Concertación, el 64 % a la Cámara de Diputados, el 69% al Senado, el 68%
al Presidente Piñera y el 70% al gobierno. La representatividad del
sistema político está en crisis y el director de Adimark, Roberto
Méndez, tras conocer las cifras de la investigación de CIPER, señaló que
“con los datos que ustedes plantean queda claro que el sistema se
agotó” (vea la entrevista a Méndez).
CIPER tomó las proyecciones de población para el 2009 hechas por el
Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en cada comuna del país y las
cruzó con las cifras de la elección parlamentaria de ese mismo año
consignadas por el Servicio Electoral (Servel). La investigación arrojó
una extensa base de datos que indica que en 2009 había 12.180.403
chilenos que cumplían con el requisito que exige la ley para votar: ser
mayor de 18 años. De ellos, más de 5,5 millones prefirieron no votar por
un candidato en la elección de diputados de 2009.
En los registros electorales hay 8.285.186 inscritos. Es decir, cerca
de 3,9 millones de chilenos no están en el padrón. A éstos últimos, en
la elección de diputados de 2009 se sumaron 1.021.649 personas que no
concurrieron a votar, aunque estaban inscritas. Y se les agregaron
también aquellos que fueron a sufragar, pero no manifestaron preferencia
por alguno de los candidatos, es decir, los que votaron nulo o blanco
(442.161 y 205.520, respectivamente).
En total, en la última elección de diputados, 5.564.547 chilenos no
marcaron una preferencia para elegir un representante en el Parlamento.
En contraste, sí votaron por una de las candidaturas en competencia un
total de 6.615.856 personas (54,32% de todos los mayores de 18 años).
Los ciudadanos que votaron por un postulante que resultó electo y que
son los únicos que con toda propiedad pueden sentirse representados en
el Congreso Nacional, sumaron 3.963.651 electores, que corresponden sólo
a un 32,54% del total de chilenos mayores de 18 años.
La subrepresentación se agrava en los distritos más populosos. En La
Pintana-Puente Alto, por ejemplo, había 649.010 mayores de 18 años en
2009, pero los que no votaron por un candidato alcanzaron al 71,56% de
esa cifra. Aunque los datos del Servicio Electoral (descontados los
votos blancos y nulos, que se contabilizan dentro de quienes no
eligieron candidato) indican que los diputados Osvaldo Andrade (PS) y
Leopoldo Pérez (RN) fueron electos con un 26,34% y 21,71% de los
sufragios, esos porcentajes se diluyen si se comparan con la población
total de mayores de edad del distrito: la votación que obtuvo Andrade
sólo representa el 8,5% de ese universo y la de Pérez, el 7,1%.
En San Bernardo-Buin, los que no votaron por un postulante suman el
64,99% de los 319.120 mayores de edad que hay en el distrito. Ahí los
diputados Ramón Farías (PPD) y José Antonio Kast (UDI), representan el
9,19% y el 16,74%, respectivamente, de la población total que podría
votar.
Y en Maipú-Estación Central, los que optaron por no elegir
representante en el Parlamento alcanzan al 64,8% de los 686.395 mayores
de edad que residen en el distrito. En esa zona, los votos que obtuvo el
diputado Pepe Auth (PPD) corresponden al 7,28% del total de los mayores
de edad y los que consiguió la diputada Mónica Zalaquett (UDI) suman el
8,18% de ese mismo universo.
El perfil de los desencantados
Diversos
son los estudios que demuestran que el padrón electoral chileno está
envejeciendo. En 1988 los inscritos que tenían entre 18 y 29 años
correspondían al 36% de los votantes, constituyendo el grupo etário con
mayor representación. Hoy sólo conforman el 8,1% del padrón.
En contrapartida, el grupo de “70 años y más” representaba el 5,4%
del total de inscritos en 1988, pero ahora se empina sobre el 11,8%. Las
estadísticas indican que hace 15 años el 50% de los inscritos tenían
menos de 40 años y ahora sólo un 27% corresponde a ese rango de edad.
Circunscribir el fenómeno de los no votantes a una caricatura de
jóvenes rebeldes y anarquistas o personas sin educación, es un grave
error. Entre quienes hoy optan por no elegir a las autoridades, va
aumentando paulatinamente el perfil de personas que superan los 30 años
de edad, de clase media, con mayor escolaridad. Son jefes de familia,
empleados, endeudados y críticos de un sistema electoral que no genera
incertidumbre sobre sus resultados, pues dicen que siempre ganan los
mismos -Concertación o Alianza-, sectores con los que no se sienten
representados.
Con dos hijos y separada, Paulina Parada (36 años) es una jefa de
hogar de Cerro Navia, trabaja en una carnicería, tiene deudas por $600
mil en ABC y Líder. No está inscrita y dice que los políticos la
decepcionaron: “Yo me separé y estaba súper mal. Un político me prometió
una mediagua si me inscribía en los registros electorales. Eran puras
mentiras”. La única vez que tuvo ganas de votar, cuenta, fue en la
elección presidencial de 2005. “Sentía simpatía por la Bachelet y por
ella habría votado”.
José Pérez (44 años) es un desencantado. Se inscribió en 1988, pero
después dejó de votar. Trabaja en la construcción, vive en La Florida,
es casado, tiene dos hijos y está endeudado por los estudios
universitarios de su hija mayor: “Ya no voto porque me decepcionó la
política. Está muy lejos de la gente. Mira lo que ocurre con los
estudiantes. Y la gente de clase media es la que más se da cuenta de
esto, porque ha estudiado más. A las clases populares les cuesta
comprender eso. Solamente voté para el Sí y el No. Ahora no me motiva
ninguno de los sectores”.
“Si no estás en el padrón, no existes”
En el distrito Nº 20, donde Mónica Zalaquett (UDI) compitió para
representar a las comunas de Cerrillos, Estación Central y Maipú, en
2009 sólo votó por algunas de las listas el 35,18% de todos los mayores
de 18 años. Ella obtuvo el 20,99% de los votos, lo que equivale a una
representación efectiva en la Cámara de sólo un 8,19%. Si se suma el
porcentaje que obtuvo el diputado Pepe Auth (PPD), entre los dos hacen
un 15,47%: ese es el porcentaje de chilenos de ese distrito que tiene
representación en el Parlamento.
Zalaquett recibió a CIPER en su oficina del Congreso. Allí tiene una
vista privilegiada al puerto de Valparaíso, una foto de su hermano Pablo
y otra de Jaime Guzmán. De entrada, aseguró que está conciente de la
falta de representatividad en el Parlamento. Calculó que tres de cada
diez personas votan. Según ella, fue precisamente por eso que compitió.
Después de ver las cifras del estudio de CIPER, Zalaquett dijo que la
representatividad debe medirse en relación a la masa votante y no a la
población mayor de 18 años. A su juicio, sólo habría que considerar a
los que están inscritos y cumplen con su deber cívico: “Muchos alegan
por sus derechos, pero no están conscientes de sus deberes”.
Mientras
hablaba recibió un llamado. Dijo que debía bajar a votar y que al rato
seguiría con la entrevista. La diputada bajó a votar el proyecto sobre
el plebiscito que exigen los estudiantes. Antes de que esa propuesta se
rechazara por 52 votos contra 48, el diputado Edmundo Eluchans, del
mismo partido de Zalaquett, argumentó que los plebiscitos no
correspondían porque el país tiene representación en el Congreso para
esos temas. Tras la votación, el presidente de la Cámara, Patricio
Melero, también UDI, dijo: “Este mayoritario rechazo deja en evidencia
que la democracia representativa y la aprobación de distintos proyectos
de ley son los caminos por los cuales se deben generar las
modificaciones al sistema educacional”.
Zalaquett volvió a su oficina. Uno de los votos en contra del
plebiscito fue el suyo. Consultada por qué se sumó a su partido bajo el
argumento de que la representación política está en el Congreso, si
recién había reconocido que había una crisis de representatividad en el
Parlamento, respondió que aunque la poca participación electoral podría
poner en peligro la democracia, el Congreso es la institución
representativa del país. Y soltó una máxima dramática: “Si se quiere
plebiscitar todo, que se acabe con el Congreso, pero mientras yo esté
aquí no lo voy a permitir”.
El diputado Leopoldo Pérez (RN) revisó las cifras del estudio de
CIPER y reconoció que su representación es bajísima: 7,01% de los
mayores de edad que hay en La Pintana-Puente Alto:
-Claro que es bajo, pero esas son las reglas del juego. Por eso no
creo que exista una crisis de representatividad. Guste o no, es el
sistema que hay (…). La única forma de manifestarse es dentro del
sistema. Si no estás dentro, no existes, no eres un voto. Si no estás en
el padrón, no cuentas.
Uno de los chilenos que a juicio de Pérez no cuenta es Marcelo
Arriagada (34 años), quien trabaja en Saxoline, vive en Santiago,
estudia Administración de Empresas en la Universidad de las Américas y
tiene una deuda por un año de estudios que cursó en la Universidad de
Chile. Nunca se inscribió y para él, todos los parlamentarios tampoco
cuentan: “Para mí, la política es un montón de tipos sentados en el
Senado haciendo nada. Las revueltas sociales son reflejo del malestar
popular”.
El diputado Pérez intenta explicar la baja participación electoral de
su distrito con dos argumentos: que los jóvenes de esas comunas tienen
poco interés en los temas públicos, ya que el 40% provienen de hogares
vulnerables carentes de uno de los jefes del hogar; y que su distrito se
ha poblado con erradicaciones de familias que vienen de otras comunas,
por lo que sus habitantes votan en sus lugares de origen.
Efectivamente, hay comunas donde residen muchos ciudadanos que están
inscritos en otros distritos. Por eso la investigación de CIPER hizo
también el cálculo a nivel nacional, para corregir esas distorsiones. Se
dan casos, por ejemplo, de comunas rurales donde hay más inscritos que
residentes mayores de edad, porque muchas personas se sumaron al padrón
antes de independizarse de sus familias y mudarse a otros lugares.
También hay casos, como en Santiago, donde hay más inscritos que
residentes en edad de votar porque muchas personas se inscriben en su
lugar de trabajo.
La reforma en el clóset
Pepe Auth (PPD), diputado por Maipú al igual que Mónica Zalaquett,
representa al 7,28% de los mayores de 18 años de su distrito. Pero a
diferencia de sus colegas, sí cree que hay una profunda crisis en el
sistema y la divide en dos áreas: participación y representación.
-La
crisis de participación es porque el padrón ha ido envejeciendo y el
país electoral cada vez se corresponde menos con el país real, que es
más joven. Entonces, la oferta de los candidatos se centra en los temas
que interesan a las personas de más edad -dice Auth, quien
paradójicamente llegó exhausto a la cita con CIPER después de bailar en
Estación Central con una centena de veteranas que celebraban haber
pasado agosto.
“Y la crisis de representación se refleja en que lo que está en el
Parlamento no representa a toda la sociedad. Y con cada elección que
pasa, el Congreso representa a un sector menor”, agrega.
A juicio de Auth, el principal escollo para mejorar la participación
es el sistema electoral binominal: “El problema del binominal es doble.
En primer lugar, la mayoría empata con la minoría y no puede generar
cambios de fondo. Y el segundo problema es que excluye a todo aquel que
no es de la primera o segunda mayoría. Uno puede constituir una fuerza
del 20% o 25% y no existir. El binominal es un sistema proporcional
distorsionado, porque proporciona entre los dos actores más fuertes y
excluye al resto”.
Para Auth, la corrección pasa, en primer lugar, porque se cumpla con la reforma constitucional aprobada en 2009
que ya consagró la inscripción automática de los mayores de edad y el
voto voluntario, un cambio que no se ha concretado porque el gobierno y
los parlamentarios no han hecho las modificaciones a la ley orgánica que
regula las votaciones:
-Cada día que pasa aumenta la deuda del sistema político con el país,
porque la Constitución ya asegura el voto voluntario para todos los
mayores de 18 años y alguien podría, incluso, acusar a las autoridades
de notable abandono de deberes por negarle ese derecho constitucional-
dice Auth.
De materializarse esa reforma, se ampliaría automáticamente el padrón
a casi cuatro millones de nuevos electores. Y eso, dice Auth,
aterroriza a algunos partidos y parlamentarios que temen perder sus
escaños si hay más competencia: “Entre la derecha y una parte de la DC
han bloqueado el cambio. El voto voluntario para millones de electores
nuevos obligará a los candidatos a plantear temas de interés real para
la gente, que pueden ser incómodos en algunos partidos. La próxima
campaña podría enfrentar, por ejemplo, a los que están por el lucro y
los que estamos en contra”.
Libertad y Desarrollo, por el cambio
Pero, a pesar de lo que sostiene Auth, no toda la derecha se opone a
los cambios. José Francisco García y Álvaro Bellolio, expertos del
Instituto Libertad y Desarrollo, que presta asesoría legislativa a las
bancadas oficialistas, trabajan actualmente en un texto con propuestas
para activar la participación electoral, las que no excluyen eventuales
cambios al binominal (vea la columna que ambos prepararon para CIPER).
Bellolio plantea que factores como la inscripción automática, voto
voluntario, voto de chilenos en el extranjero, límite a la
reelección, mayor financiamiento para candidatos que “desafían” a los
autoridades que intentan reelegirse y primarias reguladas por el Servel,
“podrían tener un impacto a corto plazo, al generar mayor
representatividad y darle un aire fresco al padrón”. Otra opción, dice,
es el redistritaje y/o aumentar el número de parlamentarios.
Ambos
indican que para hacer modificaciones al sistema electoral debe
consensuarse primero, cuál es el objetivo: más gobernabilidad o más
proporcionalidad. El binominal privilegia la gobernabilidad. “Si el
diagnóstico es que nuestro sistema adolece de niveles de
proporcionalidad que son atentatorios contra principios de igualdad
básicos, podrían darse perfeccionamientos”, dicen. Uno de ellos podría
ser asignar un número de diputados “a las coaliciones que obtengan más
del 5%, 6% ó 7% de la votación a nivel nacional”
-El sistema binominal está empantanado porque se están reforzando sus
atributos de gobernabilidad. Aquello que uno querría que tuviera un
sistema electoral, que es una competencia muy robusta, está frenado. Y
las directivas de los partidos estarían teniendo demasiado poder (para
designar candidatos con el triunfo casi asegurado) cuando uno querría un
sistema más competitivo -acota García.
El poder de los partidos, en contraposición al principio de
representatividad, llega al extremo cuando se trata de reemplazar a un
parlamentario. En esos casos las directivas eligen sencillamente “a
dedo”. A continuación, los tres casos que se han dado en la actual
Cámara de Diputados, para que juzgue usted:
1. Gonzalo Uriarte fue designado senador en reemplazo de Evelyn
Matthei, luego de que ésta asumiera como ministra del Trabajo, en enero
de 2011. El cupo que dejó en la Cámara ahora lo ocupa el diputado
Cristian Letelier, quien perdió con el 1,67% de los votos cuando en 2009
compitió en la Tercera Circunscripción Senatorial.
2. El diputado Alejandro García-Huidobro remplazó a principios de
agosto a Andrés Chadwick en el Senado, luego de que éste asumiera la
vocería del gobierno. García-Huidobro fue reemplazado en la Cámara por
el historiador Issa Kort, ex seremi de Cultura de la VI Región. Kort
nunca ha participado en una elección.
3. En abril de este año, el diputado Juan Lobos falleció en un
accidente vehicular. En su reemplazo asumió a principios de mayo Joel
Rosales. Éste último, al menos, había sido electo alcalde de Los Ángeles
en 2008 con 33.739 votos.
Extraido de CIPER Chile
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