Por Sergio Muñoz Riveros
Necesitamos perfeccionar nuestra democracia. En otros artículos, hemos dicho que es una vergüenza que quienes levantaron la bandera de terminar con el sistema binominal hoy demuestren sentirse perfectamente cómodos dentro de este. En esta materia, lo que vemos son conservadores de derecha, de centro y de izquierda, que disimulan su conservadurismo proponiendo maquillar el sistema por aquí y por allá. Es deplorable que ningún partido rechace la actitud acomodaticia de los actuales senadores y diputados, lo que no hace sino confirmar que la casta parlamentaria ya existe.
El artículo 47 de la Constitución Política, modificado en 2005, establece lo siguiente:
“Las vacantes de diputados y las de senadores se proveerán con el ciudadano que señale el partido político al que pertenecía el parlamentario que produjo la vacante al momento de ser elegido.
Los parlamentarios elegidos como independientes no serán reemplazados.
Los parlamentarios elegidos como independientes que hubieren postulado integrando lista en conjunto con uno o más partidos políticos, serán reemplazados por el ciudadano que indique el partido indicado por el respectivo parlamentario al momento de presentar su declaración de candidatura.
El reemplazante deberá reunir los requisitos para ser elegido diputado o senador, según el caso. Con todo, un diputado podrá ser nominado para ocupar el puesto de un senador, debiendo aplicarse, en ese caso, las normas de los incisos anteriores para llenar la vacante que deja el diputado, quien al asumir su nuevo cargo cesará en el que ejercía.
El nuevo diputado o senador ejercerá sus funciones por el término que faltaba a quien originó la vacante.
En ningún caso procederán elecciones complementarias”.
El reciente ajuste del gabinete de Piñera, que implicó que dos senadores de la coalición de gobierno dejaran sus puestos para asumir como ministros, con la consiguiente aplicación de la norma de reemplazo, ha dejado en evidencia cuán perniciosa es ella.
Es muy lamentable que en 2005, en el mismo momento en que se puso término a la institución de los senadores designados, se haya aprobado un mecanismo que contradice el principio de que todos los parlamentarios sean elegidos por el voto de los ciudadanos. El reemplazo de Andrés Allamand y Evelyn Matthei no ha hecho sino agudizar el descrédito de los partidos y el Parlamento.
Como sabemos, fue en el gobierno de la Presidenta Bachelet que se creó el precedente de que un parlamentario –la entonces diputada Carolina Tohá-, renunciara a su cargo para asumir como ministra secretaria general de gobierno. No hubo objeciones de los constitucionalistas, y ello permitió que el PPD designara como reemplazante a Felipe Harboe, quien hasta ese momento era subsecretario de Interior y, para su tranquilidad, consiguió pasar la prueba de las urnas en diciembre de 2009.
Pero el mecanismo de reemplazo es definitivamente corrosivo para los procedimientos democráticos. Esta vez, la UDI le sacó el jugo a la norma, porque hizo renunciar a un diputado (Gonzalo Uriarte) –que asumió hace apenas 10 meses-, para que se convierta en senador por los tres años que le quedaban a Matthei (con lo cual lo instaló como postulante para la próxima elección senatorial en la Cuarta Región), y de pasada aprovechó de incorporar a un nuevo soldado –un señor Letelier- a sus huestes en la Cámara.
Esto es simplemente impresentable. Si el sistema binominal ya ha creado condiciones para la oligarquización de la política, el procedimiento para llenar las vacantes parlamentarias, cualquiera que sea su motivo, ha agravado tal tendencia. Esto va completamente en contra de la exigencia de elevar la calidad de la política, sobre la cual la mayoría de la población tiene una mala opinión.
La norma constitucional establece que “en ningún caso procederán elecciones complementarias”. ¿Cuál era la preocupación de los redactores? ¿Por qué cerraron el camino a un procedimiento de impecable factura democrática y que se aplicó por largo tiempo en Chile? ¿Cómo no va a ser mejor que sean los electores del distrito o circunscripción correspondientes los que decidan quién reemplazará al que se fue?
Hay que cambiar el artículo 47 y restablecer la convocatoria a elecciones extraordinarias cuando se produzca una vacante. En ese caso, sería una elección uninominal (un solo cargo en disputa), lo que permitiría demostrar que incluso ese sistema es superior al binominal, puesto que recompensa con el único premio disponible a la fuerza mayoritaria, mientras que el binominal otorga un cargo a la primera fuerza y uno a la segunda, salvo que se produzca un improbable doblaje.
Necesitamos perfeccionar nuestra democracia. En otros artículos, hemos dicho que es una vergüenza que quienes levantaron la bandera de terminar con el sistema binominal hoy demuestren sentirse perfectamente cómodos dentro de este. En esta materia, lo que vemos son conservadores de derecha, de centro y de izquierda, que disimulan su conservadurismo proponiendo maquillar el sistema por aquí y por allá. Es deplorable que ningún partido rechace la actitud acomodaticia de los actuales senadores y diputados, lo que no hace sino confirmar que la casta parlamentaria ya existe.
Es necesario eliminar la norma que permite que haya parlamentarios designados. Y enseguida establecer, de una vez por todas, un sistema electoral proporcional. Eso sí ayudaría a renovar y oxigenar la política.
Extraido de Puntocentral
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