4 de julio de 2011

Si no consumes, no participas, y si no participas, no eres feliz

por Benito Baranda F. (THE CLINIC)

Las últimas semanas han estado muy convulsionadas en nuestro país. La cantidad de personas que se han movilizado manifestando su malestar, exigiendo sus derechos y expresando la urgencia de transformaciones más radicales en la manera de organizar la sociedad, han sido mucho más de las que nos imaginábamos. A esto se suma la situación creada por la crisis de La Polar, que es sólo la punta del iceberg de la angustiante situación que viven miles de personas y familias por deudas de consumo que los asfixian, con manejos financieros de cobranza que son claramente usureros y que se multiplican con todos aquellos servicios públicos básicos que la sociedad ha tenido crecientemente que financiar. Este proceso de mercantilización de todo lo público, donde todo se cobra, todo se paga, y donde, además, si no consumes, no participas, y si no participas, no eres feliz, ha llevado a muchas familias y comunidades a vivir una agonía permanente, con altas tensiones familiares y con un elevado número de personas con trastornos psicoafectivos.

La prensa en general –también mercantilizada- ha mantenido una cierta distancia con estos movimientos (algunos con una grosera imparcialidad política), su cercanía con los diversos tipos de poder la hace centrar la atención más en los desórdenes, destrucciones, vandalismos y delitos, que en las demandas de igualdad, de justicia y de una carga más equitativa para llevar adelante el desarrollo del país, inclusive han cedido espacios demasiado extensos a las autoridades de gobierno o a los actores político-económicos, y muy poco a quienes están en el corazón de estos movimientos: los ciudadanos, esos simples habitantes de nuestro país que ya no soportan más.


Por otra parte, la prensa en general no se anticipó a lo que venía, engolosinada con las tensiones en el poder político, económico o eclesial, o presa de la farándula, no vio el malestar ciudadano que se venía incubando desde hace décadas en Chile. Resulta muy claro: cuando te enseñan que lo que importa eres sólo tú, que ojalá pagues la menor cantidad de impuestos para disfrutar tu dinero, que se te medirá la felicidad por los bienes materiales que posees y que, sin importar cómo logres el anhelado prestigio material (aunque explotes a otros, evadas tributos o vulneres derechos), serás aplaudido por los poderosos y homenajeado, es muy difícil escaparse a mirar otro horizonte y va ocurriendo un progresivo deterioro de nuestra propia humanidad. Eso es exacerbado por la misma prensa, por la publicidad -leí hace poco que un producto alimenticio se arroga que es el alma de Chile-, donde no puedes envejecer, ni ser pobre, ni pertenecer a un pueblo originario, ni tener un cuerpo que no parezca de modelo, sino serás infeliz.

¿Cuánto saben los periodistas que no pueden publicar, cuánto nos podrían contar del estilo de vida de la alta sociedad (escandaloso) que difícilmente les permitirían editar y que contribuye a este ambiente de injusticia y sensación de abuso? Los invito a que investiguen a fondo las medidas económicas, sociales y culturales que se llevan hoy adelante y que averigüen de verdad que tal funcionan y si efectivamente nos ayudarán a construir una sociedad más justa y con igualdad de oportunidades. Difícilmente una política basada en bonos, asignaciones y fondos concursables permitirá mayor justicia. La política social universal requiere estar basada en derechos y oportunidades igualitarios y, sólo en ese contexto, las transferencias adquieren sentido, generan participación ciudadana, aportan dignidad y hacen crecer en sentido de justicia a la sociedad. Tienen tarea los medios para abrirnos los ojos y los oídos a lo que hoy está ocurriendo en Chile; hemos comenzado y ojalá no terminemos como los indignados de Europa, desilusionados de los políticos, cansados de los subsidios y profundamente dolidos por que las cargas de la crisis no fueron asumidas de manera igualitaria por todos los actores de la sociedad.

Extraido de THE CLINIC
Título Original: ¿Sordos y Ciegos?

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